En la historia hay un grupo selecto de elegidos visionarios cuyo nombre queda escrito para siempre con letras de oro de sus respectivas disciplinas. En el caso de la informática uno de estos nombres es el de Gordon E.Moore, que a mediados de los años 60 fue capaz de avanzar lo que algunos años después se convirtió en la revolución tecnológica que marcó para siempre la historia de finales del siglo XX: el ordenador personal.
Moore predijo que los ordenadores a no mucho tardar podrían ser tan reducidos que dejarían de ocupar habitaciones enteras para estar presentes en cualquier hogar. Pero no se quedó solamente en la teoría como le ocurre a tantos genios, sino que fue capaz de dar el salto a la práctica con un éxito tan abrumador que la compañía que fundó junto al ingeniero Robert Royce en 1968 acaba de cumplir medio siglo de vida. Se trata ni más ni menos que de Intel.
Intel, un camino nada fácil
La empresa más importante de procesadores de memoria del mundo, que ha dominado durante más de dos décadas seguidas su nicho hasta la escalada hasta el liderato del ránking el año pasado de Samsung, no tuvo un camino fácil porque las compañías japonesas se hicieron fuerte en el nicho sobre el que Royce y Moore planificaron centrar sus esfuerzos inicialmente, el de los chips de memoria. Esto provocó que los dos fundadores de la marca Intel viraran sus objetivos hacia el nicho de los microprocesadores, en lo que fue una de las medidas más acertadas en la historia de la empresa tecnológica.
Intel había sido capaz de reducir notablemente el tamaño de sus diseños, hasta el punto de que IBM, que buscaba un procesador fabricado externamente para ahorrar tiempo y dinero de cara a la producción de su primer ordenador personal para competir con el Apple II, pensaron en la compañía californiana como socio ideal para su proyecto estrella del momento.
Este procesador fue el que cambió la vida de Intel, fue su verdadero punto de inflexión. A partir de este momento se extendieron las compañías con intereses en la fabricación de ordenadores personales, mercado que se potenció aún más con la creación de Microsoft por Bill Gates. El hecho de que Intel tomara la delantera en el mundo de los procesadores al fabricar para IBM, les colocó en la pole position de un mercado en auge. Todas estas empresas que se sumaron a la fabricación de ordenadores personales se interesaron por sus procesadores porque se aseguraban la compatibilidad con los programas del momento, de modo que Intel empezó a dominar el mercado y a penetrar de este modo a la gran mayoría de
hogares donde entraba el PC.
El gran hito de Intel
El gran mérito de Intel es haber conseguido un papel tan sobresaliente en una de las industrias más potentes de las últimas décadas sin haber fabricado nunca el producto definitivo, ya que jamás ha comercializado ordenadores. Durante años la pareja de baile que formó con Windows era insuperable, perfecta, pero en la actualidad incluso Apple trabaja con Intel.
Su talón de Aquiles, porque Intel lo tiene como cualquier gigante, son los smartphones, en cuyo mercado no logró posicionarse a tiempo como sí hizo en el de los ordenadores personales. Algunos analistas creen que esto se debe a una serie de errores en la dirección empresarial, si bien parece un cúmulo de circunstancias, entre ellas la irrupción en el mercado de los teléfonos móviles de Android y por supuesto el lanzamiento por parte de Apple de su joya de la corona, el Iphone. Las consecuencias de este horizonte negro en el planeta de los smartphones se dejan notar en Intel por mucho que el negocio del PC nunca deje de existir.
El camino que ha tomado la compañía de Santa Clara es el de los datos, a través del 5G y la inteligencia artificial entre otros desarrollos tecnológicos, si bien su futuro próximo es un melón por abrir porque desde hace un mes mantiene vacante el puesto de consejero delegado, tras la dimisión de Brian Krzanich por un romance con una empleada subordinada, algo que prohiben expresamente las normas internas de la empresa.
Aunque la apuesta arriesgada, no hay demasiadas dudas de que Intel seguirá su camino exitoso en el mundo de la industria tecnológica porque tomar decisiones valientes está en su ADN desde el mismo momento en el que Moore y Royce se atrevieron a sentar sus bases hace ya cinco décadas.
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