Cuando somos responsables de la gestión de un producto o marca, nos enfrentamos a un mundo de estrategias diverso y complicado, por su amplio abanico de posibilidades donde la garantía de resultado nunca es segura, tantos son los factores a tener en cuenta que debemos incluir grandes cargas de intuición, información, análisis y decisiones.
Algunas de las opciones de estrategias más genéricas en cuanto al planteamiento inicial son los conceptos de inversión frente a prudencia.
Si nos decidimos por invertir, aceptamos el camino de más riesgo frente a mejores posibilidades de resultado. Se puede utilizar una gran dosis de valentía en cuanto a la dimensión de las inversiones, y dependerá del desarrollo y procesos, seguimiento y control, así como de las capacidades de adaptación rápida y nivel de reacción. En definitiva, apostando por mayores objetivos en detrimento de la seguridad.
Sin embargo si el planning se enfoca en la estabilidad, el objetivo sobre todo en el tiempo será más amplio, las posibilidades de error menores y los medios y herramientas más tradicionales, enfrentando menos innovación, caminando sobre seguro. El resultado, en el mejor de los casos, será menor que en políticas de inversión, pero las pérdidas en el peor escenario también serán reducidas..
Si no arriesgas no ganas…..pero tampoco pierdes.
Hay algunas otras maneras como planes alternativos según el momento y circunstancias del momento específico del producto o mercado de cada línea de negocio.
Por ejemplo, podemos necesitar una rentabilidad con determinada seguridad o garantía a corto plazo, y mirar por estrategias llamadas de explotación, donde se arriesga una visión de futuro para recoger beneficios rápido, como es el caso de las conocidas REBAJAS, cuyo modelo consiste en maximizar el objetivo en el tiempo.
En todos los casos, excepto cuando explotamos el producto, la tasa de inversión es necesaria sobre la palanca de la promoción y publicidad, el marketing hará las funciones de catalizador y es en ese medio donde conduciremos a modo de “volante y caja de marchas” del plan, la velocidad del proceso y el ritmo de funcionamiento.
No hay estrategia perfecta ni ideal, puesto que los objetivos serán muy diversos y nadie se plantea el “todo”, es decir no hay estrategias que favorezcan la mayor rentabilidad posible sin grandes inversiones y riesgos, que a la vez sean estables y nos aseguren un resultado sin pérdidas. Como todo en la vida, serán las balanzas de nuestras metas las que decidan.
“Los números son la base de la economía” (Manuel Lopez Millán)
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