Esta semana, como cada 16 de septiembre, se celebrará la Semana de la Movilidad. El evento tendrá lugar hasta el día 22 en todos los países de Europa. Durante 7 días se proclamarán buenas intenciones, veremos calles cortadas en todas nuestras ciudades para que las bicicletas y los ciudadanos con patines puedan retomarlas. Por unos días los automóviles no serán los dueños y señores de nuestras ciudades. Este año el lema elegido por las autoridades será: “Elige. Cambia. Combina. Tu Movilidad”.
Incluso ese cúmulo de buenas intenciones culminará el día 22 con el Día sin coches, en el que todos los ciudadanos seremos conminados a dejar nuestros coches aparcados en casa e ir a trabajar en otro tipo de medio de transporte o incluso andando. En otros países ese día efectivamente los ciudadanos dejarán el coche e irán a trabajar de un modo diferente, no habrá atascos y, en cierto modo, todo será un poco más limpio. Por desgracia no es el caso de España y mucho menos de Madrid. Año tras año las buenas intenciones con las que nos animan a cambiar nuestra forma de movernos se chocan con el muro de la vagancia y la indiferencia de todos nosotros. Los propios políticos tampoco suelen cambiar mucho su forma de moverse estos días y siguen sin bajarse del coche oficial.
Pero es cierto que poco a poco sí que van viéndose pequeños síntomas que nos pueden incluso transmitir que hay algo de esperanza. Lo cierto es que, independientemente de las “semanas de la movilidad” cada vez son más las bicicletas que vemos por nuestras calles, los coches híbridos se han vuelto ya familiares e incluso empezamos a encontrarnos con cierta frecuencia vehículos eléctricos. Lo cierto es que estos cambios tienen más que ver con el sentido común de los ciudadanos que con las campañas institucionales pero al fin y al cabo lo importante es que poco a poco se produzca el cambio hacia un 
modelo más sostenible de movilidad.
Cuando uno está en la oficina y ve llegar a sus compañeros por las mañanas puedes diferenciar la cara de tranquilidad del que ha venido en tren leyendo una novela contrastando con la cara de cabreo con el mundo del que se ha ‘chupado’ una hora de atasco en la Carretera de Extremadura y luego en la M-30.
Pero los más felices de todos, con un cierto halo de triunfo, es la de los que han ido a trabajar en bicicleta. Puede que sea porque al hacer más ejercicio están más sanos o por que son conscientes de que ellos ayudan a crear una mejor ciudad para sus hijos (y de paso para los de todos los demás) pero lo cierto es que se vislumbra en sus ojos un “quelque chose” positivista. En Sevilla, Vitoria, Barcelona o incluso ahora Madrid, empieza a aflorar una nueva generación de ciudadanos que han cambiado el coche por la bicicleta.
En algunas ciudades incluso se ha empezado a ver a políticos que de forma cotidiana van a trabajar en Metro o incluso en bicicleta. Suponemos que eso hará que lleguen a sus sillones con mejor humor y sin duda, eso será algo que los ciudadanos agradeceremos…
… y entre tanto, por qué no desempolvar la bicicleta o incluso ir mañana andando a trabajar, a ver qué tal nos sienta.
Álvaro Rodríguez, Director del Área de Energías Renovables de IMF Business School
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