Hablamos de productividad y todos nos ponemos contentos. Pero existe un tipo que no parece ayudarnos mucho. Se trata de la productividad tóxica. De hecho, es un concepto que parece haber salido mucho más con la pandemia. ¿Cómo puede una productividad ser negativa? Cuando estamos enganchados a la tecnología o cuando nos machacamos en hacer y hacer, no podemos ser productivos. Quizás ahora ya vas viendo por donde voy. ¿Cómo desde Recursos Humanos podemos ayudar a que la productividad de la buena aparezca sin que sea tóxica?
Hacer no es ser productivos
Se supone que cuando nos ponemos de lleno a hacer algo, vamos a ser productivos. Lo cierto es que no siempre es así. Es más, estar sentado en la oficina, no es promesa de conseguir el resultado esperado, a pesar de que muchos aún siguen presionando con el presencialismo como impulsor de la productividad. Si fuéramos altamente productivos las 8h (o más) que nos tiramos frente al ordenador, en nuestra silla, o haciendo lo que hagamos en nuestro trabajo, seríamos robots. Pero no lo somos, así que apretar para que eso pase, puede generar lo contrario: la productividad tóxica.
Cuando nos confinaron, se trató de que el tiempo no fuera perdido, que invirtiéramos nuestras horas en hacer y hacer para que nuestra mente estuviera ocupada, para no parar. Hacíamos en nuestro trabajo, lo que llamaron teletrabajo, y después tratábamos de escoger de entre las cientos de propuestas que había en la red, para tener actividades de ocio.
Es importante el descanso para que realmente seamos productivos. Pero productivos de verdad. Eso no sucede cuando hacemos muchas cosas, o por el simple hecho de estar ocupados haciendo algo. Tampoco pasa cuando simplemente eres organizado y sabes gestionar tu tiempo o no tienes distracciones. Solo pasa cuando aumentamos la capacidad de generar el resultado deseado con los recursos que tenemos. Ser un@ mism@ en todo su potencial.
Tu propia productividad
Ahora que ya tenemos claro qué es la productividad, ¿cómo ir a por ella? Ya has visto que la clave está en el “resultado deseado”. ¿Cuál es ese objetivo que quieres lograr? Sin eso, podemos hacer y hacer, y ya hemos comentado qué no es ser productivo. Piensa en las cosas que haces, y para qué las haces. De no saber esto puedes ser de los que no saben lo que quieren y pasar a estar sencillamente ocupado y creerte que ya eres productivo.
Una de las cosas que hay que saber, es que hay miles de métodos y caminos. Lo que me sirve a mí, no tiene por qué servirte a ti. Así que lo mejor es probar y quedarte con lo que a ti te resuene. No siempre comerse el sapo a primera hora de la mañana sirve, o ser del club de las 5am, o trabajar a altas horas de la noche. Se trata de estar conectado con nuestro objetivo, con nuestra propia meta.
Productividad tóxica y cómo combatirla
En el momento en el que estamos estirando un poco más el tiempo del día para tratar de llegar a todo y conseguir tachar todo lo que nos gustaría de la lista, nos vamos hacia la productividad tóxica. Comer delante del portátil, responder a algunos mails más de los que decidiste inicialmente, o incluso hacerlo fuera de la jornada laboral. Cuando somos tan exigentes con lo que hacemos no somos productivos.
Debemos aprender a desconectar para poder ser verdaderamente efectivos con lo que hacemos. Querer ser productivos todo el día y a todas horas, es un error que nos lleva a la productividad tóxica. ¿Cómo desconectar? Hace tiempo eso de no parar era bien visto. Ya no solo se valora el parar y desconectar, sino que es saludable para ti y tu salud. El bienestar no es amigo de la productividad tóxica.
Planifica, 1 vez a la semana
El sentarte un rato, la mañana del domingo por ejemplo para planificar y organizar el tiempo de la semana, hará que cada día solo tengas que ponerte a hacer lo que habías decidido. En su momento, planificar te ayuda a tener una visión global, de la semana, de para qué has de incluir esa tarea y de cuánto tiempo puede llevarte.
Se trata de que incluyas en tu semana aquello que quieres conseguir aterrizándolo con las tareas que te permitirán lograrlo. Tratar de incluir cien cosas cada día, no solo es imposible, sino que además te generará un sentimiento de frustración por no llegar, acumulando para el día siguiente.
Sigue tu plan
Aquí tenemos un paso sencillo pero complejo en su puesta en acción. Muchas veces planificamos, diseñamos una semana que pinta bien sobre el papel, pero que en la realidad vamos sorteando con pequeños, sutiles pero significantes cambios. Por supuesto, es importante tener en cuenta la flexibilidad que nos ayuda con imprevistos y urgencias reales, pero es clave que en todo lo que puedas, cumplas tu plan.
No modifiques, no improvises, no te dejes llevar por lo que te apetece o lo que en ese momento creas. No te lleves trabajo a casa, (aunque estés en casa), ni te saltes tu horario. Estaba así por un motivo y es el que marcaste en el paso anterior.
Descansa
Los momentos de descanso han sido vistos durante mucho tiempo como una pérdida de tiempo. De hecho, lo hemos dicho antes, si te parabas, parecías el vago de la oficina. Nada más lejos de la realidad. Marcarse pequeños momentos a lo largo de la jornada para parar, descansar, desconectar es algo necesario para energizarnos y volver. La productividad tóxica es enemiga de los descansos, porque fomenta que no haya parones, que seamos como cohetes que no reaccionan.
Una pequeña pausa, y si puedes salir a la calle mejor. Ya no te digo si tienes la suerte de estar cerca de un parque o de naturaleza que te ayude a respirar aire fresco, a caminar entre árboles o pisar césped. Pruébalo y vuelve a tu trabajo, ya me contarás.
Tecnología si, pero no como extensión nuestra
Los móviles llegaron para facilitarnos la vida, pero no para anularnos. A veces lo parece. Que no nos lleguen las notificaciones y no estemos pendientes todo el día de lo que le sucede a nuestro pequeño aparatito, no nos hará ser peores personas. Este tiempo dedícalo a lo que toque, no te distraigas con lo que sí te hace perderte. Siléncialo cuando estés enfocado, márcate espacios sin móvil o déjalo aparcado cuando vayas a hacer algo que requiera que estés centrado.
Calidad, no cantidad
Hacer muchas cosas a lo largo de la semana, ya has visto que no es sinónimo de ser productivos. La clave es la calidad de nuestro tiempo, no que nos metamos a yoga, que sepamos hacer 100 recetas nuevas, que corramos, que hagamos formaciones todas las semanas. Al final no aplicas todo lo que pretendes aprender. Se trata de que puedas incorporar y practicar de forma consciente. Disfruta de cada cosa que hagas, que no sea al final algo que te suponga un elevado esfuerzo.
Enfócate en lo que puedes, y trata de hacerlo bien, no de hacer más. La productividad tóxica puede estar en tu vida, pero puedes trabajar para deshacerte de ella, ser realmente productivo y poder sentirme más conectado.
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