Fábula de la Liebre y la Tortuga o cómo potenciar las capacidades de su equipo

Me gustaría contaros una fábula atribuida a Esopo y reescrita posteriormente por otros autores como Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.

tortugaUna tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron hacer una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, declarándose vencedora indiscutible.

Moraleja: los lentos y estables ganan la carrera.

Pero la historia no termina aquí: la liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido. Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.

Moraleja: los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.

Pero la historia tampoco termina aquí: tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba “¿qué hago ahora?”, la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.

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Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.

Pero la historia tampoco termina aquí: el tiempo pasó y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.

Moraleja: es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar mejor.

La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos… y ¡obtenemos mejores resultados!

Cuídense y sean felices.

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Belén Arcones es Directora General de IMF Business School y Presidenta de Cela Open Institute. Doctora en Economía, Empresa y Finanzas por la UCJC, Licenciada en Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Magister en Gestión del Conocimiento e Innovación Tecnológica y Máster en Prevención de Riesgos Laborales.
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4 Respuestas

  • Cuando se es individual el ser competitivo y tener ganas de ganar siempre es vital, pero también es importante la humildad que te permitirá aprender de tus derrotas y de tus rivales con lo cual seras mas fuerte.

    Si trabajas en equipo y no reconoces a tus compañeros estas perdido….

  • Esto me recuerda a otra fábula, la de la rana y el escorpión: el escorpión pide ayuda a la rana para cruzar el río, y la rana, en un principio, se niega, por miedo a que el escorpión le pique. El escorpión argumenta que eso es imposible, ya que él no sabe nadar, y si pica a la rana, morirían los dos. Convencida, la rana accede, y cuando van por la mitad del río, siente el picotazo del escorpión. A medida que los dos se hunden, la rana le pregunta “¿Por qué?”. Y el escorpión responde: “Es mi naturaleza”…
    Moraleja: Mucho cuidado con los escorpiones!!! Es obvio que el trabajo en equipo es imprescindible para la buena marcha de una empresa, pero es igualmente obvio que los individuos que forman el equipo deben desear esa buena marcha, ya que de lo contrario, una sola manzana podrida puede pudrir el cesto entero. Lo dicho, cuidado con los escorpiones, suelen ser perjudiciales para el conjunto de la empresa, y por tanto, para cada uno de los individuos que la forman…

  • Lo bueno es que los escorpiones suelen ahogarse también como resultado de sus maniobras. Solamente hay que mantenerse lo suficientemente alejados de él como para que algún otro haga de rana “portadora” y una vez libres del escorpión todo funciona como la seda. RIP por la ranita.

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