En muchas sociedades las mujeres tienen menos derechos que los hombres y sufren todo tipo de discriminación. Tendemos a pensar que en las sociedades occidentales esto no ocurre, que todas las personas gozan de las mismas oportunidades y derechos, que la desigualdad de género es cosa de sociedades muy diferente a la nuestra. Pero es evidente que esto no es así, aún hoy, en las llamadas sociedades desarrolladas, hay barreras por superar por el simple hecho de nacer mujer.
Hemos hablado de la brecha salarial de género, de que son las mujeres las que mayoritariamente reducen su jornada o se apartan del mercado laboral para cuidar de sus hijas e hijos o para atender a las personas dependientes de la familia. También hemos visto como algunas actrices declaran que las desigualdades de género son una realidad en el mundo del cine.
Recientemente la brecha salarial de género vuelve a ser objeto de debate debido a las declaraciones de la actriz Jennifer Lawrence, ganadora de un Oscar y una de las actrices mejor pagadas de Hollywood. Otra actriz, Cate Blanchett, decía en una entrevista: “No hablo de conciliación hasta que le pregunten lo mismo a ellos”.
Sienna Miller renunció a una obra de teatro cuando descubrió que le iban a pagar la mitad que al coprotagonista masculino. Inma Cuesta ha denunciado la manipulación de su imagen. Dice la actriz: “Verte y no reconocerte, descubrir que tu imagen está en manos de personas que tienen un sentido de la belleza absolutamente irreal”, dice Cuesta. Al mismo tiempo, acompaña a la imagen retocada la foto real, que “fue sacada con mi móvil directamente del ordenador en la sesión de fotos”
¿Qué está pasando para que en un sector como el del cine se ponga de manifiesto la discriminación de género? ¿Podemos pensar que esta discriminación que denuncian actrices de prestigio es algo nuevo? Parece más plausible pensar que las desigualdades de género han sido una realidad siempre, que el mundo del cine no es una excepción y que siempre ha pasado lo que hoy se pone de manifiesto, esto es, que cada día son más las mujeres que no se resignan a ser tratadas de forma diferente por el sólo hecho de ser mujeres.
Es gratificante, pues, ver cómo el esfuerzo de muchas mujeres para que la igualdad de género sea real surte efecto y satisface observar que las discriminaciones, que históricamente se han aceptado como algo normal, son cuestionadas desde todos los sectores productivos y cada vez son más las mujeres que no se resignan a ser discriminadas ni a que se las trate como objetos.
No es una cuestión menor que mujeres de prestigio pongan de manifiesto la situación de desigualdad que sufren, pues se tiende a pensar que esto de la discriminación de género es una cosa menor que afecta a mujeres de forma individual, que cuando las mujeres valen y trabajan duro la discriminación desaparece.
No debemos olvidar que todas las mujeres, sea cual sea el ámbito profesional en el que desempeñan su actividad, sufren algún tipo de desigualdad por el hecho de ser mujeres.
Ángeles Briñón, experta en Igualdad


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