El lenguaje nos ayuda a construir nuestra visión del mundo, por medio de él, expresamos nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, en definitiva nuestra forma de concebir el mundo. Refleja la sociedad y por lo tanto es cambiante. Si pretendemos que la utilización de nuestra lengua se adecue a los cambios que demanda la sociedad actual, es necesario que mujeres y hombres se nombren de manera igualitaria.
El Art. 14.11 de la Ley Orgánica para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, señala entre los criterios de actuación de los poderes públicos: “La implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”.
Lenguaje sexista
El lenguaje no es sexista en sí mismo, sí lo es su utilización. Hacemos un uso sexista del lenguaje cuando utilizamos el masculino como genérico, invisibilizando a las mujeres. “Lo que no se nombra no existe“. Los cambios socioculturales que se han producido en nuestra sociedad son muy importantes en lo que al mercado laboral se refiere. Sin embargo, el lenguaje sigue nombrando las profesiones en masculino, obviando la realidad, olvidando a las mujeres que las ejercen.
Si no nombramos a las médicas, a las directoras, a las científicas, etc., y seguimos nombrando las profesiones en masculino, ¿qué mensajes reciben las mujeres que entran en una organización? ¿Cómo una joven que comienza su carrera profesional puede aspirar a un puesto que en el imaginario colectivo es una ocupación masculina?
Dice Mercedes Bengoechea que el lenguaje que usemos internamente en nuestras organizaciones y las comunicaciones será la “realidad” percibida por los hombres y las mujeres que lean esos rótulos, que vean ese anuncio.
Lenguaje inclusivo no sexista
Mucho se debate sobre si es necesario utilizar un lenguaje no sexista. Se argumenta que el lenguaje inclusivo alarga el texto, que es una ridiculez, que son “chorradas” de las feministas, etc. Es evidente que estas críticas no tienen mucha consistencia, basta echar un vistazo a cualquier guía de lenguaje no sexista para comprobar lo fácil que es su uso y las ventajas que aporta.
El castellano es una lengua rica que cuenta con importantes recursos lingüísticos para evitar el lenguaje sexista. A modo de ejemplo:
“Según el periódico, los heridos del huracán serán trasladados al hospital”, basta cambiar “los heridos” por “las víctimas”.
“Los empleados de la empresa se reunieron en asamblea”. Cambiar “los empleados” por “el personal”.
Algo muy común en las empresas es nombrar en masculino las profesiones con prestigio y poder: “director” y nombrar en femenino las profesiones de menor prestigio: “limpiadora”.
Las empresas comprometidas con la igualdad entre mujeres y hombres deben prestar atención al lenguaje que utilizan, tanto en las comunicaciones internas como en las externas. Dar visibilidad a las mujeres es la mejor manera de lograr la igualdad de oportunidades.
Por Ángeles Briñón
Licenciada en Sociología, experta en Igualdad de Género y Formadora.
Escribe sobre estos temas en su blog Igualdad y Conciliación.
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Excelente articulo que enmarca un comportamiento machista de exclusión a la mujer, por fortuna hoy día las mujeres, por lo menos en Colombia, aventajan a los hombres en un .82 años de escolaridad. Y porqué además siempre consideramos a Dios como masculino?