Hace unas semanas finalicé un trabajo grupal con mujeres en paro o a punto de estarlo: todas contaban con una larga trayectoria laboral y, como consecuencia de la crisis actual, se encuentran en un proceso de ERE o en situación de desempleo tras años de permanencia en el mismo puesto de trabajo.
Todas tenían en común un sentimiento parecido más allá de las diferencias en sus trayectorias profesionales y vitales: “Ahora, a mi edad y con esta crisis, ¿dónde consigo trabajo?”
El impacto emocional tras la sombra de un despido
Estuvimos hablando largo rato. Intenté escuchar con atención sus argumentos para comprender y entender en profundidad cuáles eran los temores que subyacían más allá de la crisis, sesgando y limitando su mirada para poder analizar las alternativas posibles en cada caso.
La realidad percibida no las dejaba verse a sí mismas en todo su potencial, ni tampoco las ayudaba a tomar la necesaria perspectiva para llevar a cabo estrategias orientadas hacia el logro del nuevo objetivo: encontrar un trabajo.
El mapa no es el territorio
Desde nuestro “mapa mental”, vemos y percibimos una realidad filtrada por los propios límites autoimpuestos y desde el bloqueo emocional que genera la ansiedad ante una pérdida, en este caso, la pérdida de empleo.
Las creencias limitantes se instalan por momentos como un banco de niebla que vela el “territorio” real a nuestro alcance. Las emociones que acompañan los procesos de “pérdida”, nos pueden dejar en una especie de “secuestro emocional” que inhibe la capacidad de maniobra.
Etapas de asimilación
Es importante entender que las primeras reacciones tras recibir una noticia dolorosa, suelen ser de incredulidad o negación. Luego vamos transitando por las distintas fases que cualquier duelo entraña: rabia, tristeza, depresión… Es una sensación que se puede asemejar a una montaña rusa emocional, hasta que, finalmente, vamos siendo capaces de aceptar la situación y recuperamos la capacidad que nos impulsa a seguir creciendo y avanzando.
Luego queda trabajar el día a día, diseñar el plan de acción que nos lleve hacia la meta perseguida. Y a esto nos ayuda el autoconocimiento. Interrogarnos acerca de qué nos impulsa, qué nos mueve, qué nos detiene, que nos limita o inhibe. Identificar los recursos acumulados a lo largo de la vida y también lo que nos falta y cómo conseguirlo.
Si eres una de estas mujeres en paro
Permítete escuchar tus dudas, pero no dejes que éstas mermen tu energía creadora. Vive en la realidad, pero no confundas el mapa con el territorio, podemos mucho más de lo que tantas veces nos llegamos a creer o a imaginar.
Por Carmen Barquin
Coach Profesional Certificada por Asesco con el Nº 10.357
Formadora y Consultora en Igualdad de Género.
Blogger sobre Coaching & Género


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