Los avances en lo que a igualdad entre mujeres y hombres se refiere avanza pero a unos niveles claramente insuficientes. Los líderes del G20 en la “Declaración de Los Cabos”, celebrada en México en 2012, se comprometieron a eliminar los obstáculos a la plena participación económica y social de las mujeres, así como a incrementar las oportunidades para las mujeres en sus países.
Como se puede apreciar en la fotografía se puede hablar de “líderes” en masculino dada la escasísima representación de mujeres.
El informe de INFORME DE OXFAM 183 publicado recientemente, señala que “Tanto en los países que pertenecen al G20 como en los que no, las mujeres cobran menos que los hombres, realizan la mayor parte del trabajo no remunerado, tienen mayor presencia en los empleos a tiempo parcial y son objeto de discriminación en el seno del hogar, en los mercados y en las instituciones”. La brecha salarial de género es una realidad incuestionable.
En el citado informe se reconoce que la igualdad salarial entre mujeres y hombres tardará 75 años en lograr siguiendo al ritmo actual. Es evidente que la desigualdad salarial va unida a otros factores que hacen que las mujeres tengan menos oportunidades que los hombres en cualquiera de las facetas de su vida. Veamos como ejemplo el ámbito político.
En el Parlamento Europeo el 36% son mujeres, Finlandia es el país con mayor representación de mujeres con un 61,5% de eurodiputadas, lo cierra Luxemburgo, con un 16,7%. Por su parte, España tiene en la actualidad un 38,9% de eurodiputadas. Estas cifras superan con creces el porcentaje de mujeres diputadas en el conjunto de los Parlamentos nacionales del resto de Estados Miembros, que se sitúa en el 22,1%.
Sin embargo pocos países han presentado mujeres para la comisión, tanto es así que Juncker está utilizando ese argumento como arma negociadora para decidir qué cartera asigna a cada Estado: quienes presenten una mujer tienen más posibilidades de lograr una dirección general de peso.
No se entiende que los países europeos presenten mujeres en sus listas pero no las propongan para ocupar puestos de responsabilidad. Esto nos lleva a plantearnos si la paridad en las listas electorales no es más que una máscara para encubrir la realidad: que el techo de cristal es un importante hándicap para las mujeres, ya sea en las empresas o en la política.
Es necesario algo más que palabras para lograr la igualdad de género, no basta con proclamar que las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos, si cuando se puede poner a mujeres en puestos de dirección ni se las presenta. Tal vez la explicación sea simple: esta decisión la toman los hombres.
Por Ángeles Briñón
Licenciada en Sociología, experta en Igualdad de Género y Formadora.
Escribe sobre estos temas en su blog Igualdad y Conciliación.


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