Cómo seleccionar y desarrollar a un buen formador

Hoy en día las organizaciones que apuesten por diferenciarse de la competencia en base al valor añadido que supone implementar un buen plan de formación para sus empleados tiene una gran ventaja competitiva con respecto a aquella; un capital humano formado en todas sus parcelas se convierte en una ventaja competitiva casi insuperable.

Como hemos contado en otras ocasiones en este blog, para hacer un proceso de selección efectivo, en este caso de un formador, lo primero que tenemos que hacer es definir las competencias que debe tener la persona que estamos buscando para cubrir ese puesto. En consecuencia debemos tener claras cuales son las competencias para seleccionar un buen formador.

Competencias de un buen formador

Entre las competencias básicas de un buen formador podemos destacar las siguientes:

  • Capacidad de diagnóstico. Habilidad para identificar problemas cognitivos y de contenidos. Hay que saber identificar las necesidades del grupo al que se va a impartir la formación así como el nivel de los asistentes a la misma y adaptar y organizar el programa y los contenidos a ambas variables.
  • Credibilidad y habilidad para transmitir los conocimientos. El formador debe transferir a los docentes los aprendizajes necesarios de manera correcta para que estos puedan asimilar los conocimientos y que estos a su vez les permitan desenvolverse con destreza en su puesto de trabajo.
  • Asertividad y empatía para conocer a los docentes y dar respuesta a sus dudas y necesidades en el día a día de la formación.
  • Capacidad de liderazgo para manejar grupos de trabajo, para tenerlos convenientemente motivados y capacidad de negociación para resolver los posibles conflictos que pudieran surgir.
  • Habilidad directiva relacionada con el dominio del método y de la didáctica para poder implementar la metodología adecuada para la formación.
  • Escucha activa, interés por las personas y flexibilidad para utilizar diferentes tácticas y estrategias de formación.
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Desarrollo de un buen formador

Una vez analizadas las competencias para seleccionar un buen formador el paso siguiente es evaluar la formación para analizar los puntos fuertes y los puntos débiles del formador y corregir las debilidades y potenciar las fortalezas. Para evaluar la formación y al formador podemos usar el método de evaluación de Kirkpatrick; este plantea la evaluación de la formación a cuatro niveles, que representan una secuencia coherente de evaluar las acciones formativas.Cada nivel que plantea es importante y tiene su incidencia sobre el nivel siguiente; según vamos avanzando en los niveles, la evaluación nos va proporcionando más datos.

Reacción

La evaluación mide cómo reaccionan los participantes ante la acción formativa, respecto a la formación que acaban de recibir. Es importante que la reacción de los alumnos sea positiva; si la reacción es negativa, es difícil que el aprendizaje se haya producido. Este primer nivel suele evaluarse a través de encuestas inmediatamente acabada la formación, cualificación del formador, instalaciones, aulas. 

Aprendizaje

Aprendizaje: este segundo nivel es más fiable en cuanto a la eficacia de la acción formativa. Para evaluar el aprendizaje deberemos establecer objetivos específicos. Una manera de medir este nivel es evaluar los conocimientos, habilidades y actitudes de los participantes antes y después del curso. Intentamos por lo tanto medir los conocimientos adquiridos por los alumnos durante la acción formativa.

Conducta

Conducta: para comprobar si ha habido un cambio de conducta es necesario dejar pasar entre unos y dos meses después de la formación, para evaluar a través de entrevistas a participantes, a supervisores a proveedores y a clientes si existe ese cambio de conducta y por lo tanto los conocimientos y habilidades impartidos en la formación se están llevando a la práctica.

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Resultados

Resultados: es el nivel más difícil de medir; requiere de un periodo largo para una evaluación correcta, y un seguimiento muy directo de cada uno de los empleados que recibió la formación. Los resultados finales pueden consistir en: aumento de la producción, mejora de la calidad, menores costes, reducción de la frecuencia y/o gravedad de los accidentes, incrementos de las ventas, reducción de la rotación de la plantilla, aumento de la productividad o mayores beneficios.

Para que la formación en una organización sea rentable y efectiva, no puede ser algo improvisado ni debe dejarse en manos de cualquiera; una buena formación en la empresa deberá cumplir una serie de premisas:

  • La planificación de la formación debe estar integrada dentro del Plan de empresa.
  • El nivel de formación debe estar basado en los conocimientos de los participantes antes de la acción formativa.
  • El seguimiento de los avances y mejoras como consecuencia de la formación, son imprescindibles para el desarrollo del aprendizaje.
  • La metodología utilizada ha de basarse en un proceso secuencial, que comienza con la detección de necesidades y finaliza con la evaluación de todo proceso.

 

Juan Carlos Barceló Profesor de los Máster en Dirección de Recursos Humanos y MBA de IMF Smart Education.

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