Estrategia procesal y dilatoria

Uno de los recursos más utilizados dentro de la estrategia procesal consiste en ganar tiempo. Igualmente importantes es dilatar los procesos persiguiendo las labores de un buen abogado, establecer la mejor estrategia para su cliente. En el ámbito procesal encontramos toda una serie de posibilidades de actuación.

Muchas de ellas pueden llegar a hacer que las resoluciones sobre un asunto se demoren. Con el tiempo puede que lleguen a ser injustas o que se incurra en defectos de comunicación u otros que diesen lugar a invalidar las acciones emprendidas, el desistimiento de parte o la simple prescripción de los delitos o acciones.

Pero hay que tener cuidado en la utilización de estrategias procesales abusivas porque pueden volverse en tu contra y debes saber utilizarlas correcta y prudentemente. Esto es algo que realmente te brinda la experiencia del ejercicio profesional, pero existen formas de prepararse para entenderlo y asimilarlo. Una de ellas es la realización de un máster en prácticas jurídicas que te permite desarrollar determinadas habilidades que normalmente no son objeto de un estudio teórico.

La importancia de la estrategia en el litigio

La ley es igual para todos. Si este principio es admitido en rotundidad estaríamos diciendo que casi sobran los litigios, los abogados y hasta los jueces. Sin embargo la realidad es muy diferente. A pesar de que la ley es igual para todos, la forma de enfocar una contienda es lo que te llevará al éxito o al fracaso en la misma.

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Desde si vamos a emprender una vía penal solicitando acciones civiles o reservándolas, o si vamos a emprender directamente solo la acción en la vía civil hasta cómo vamos a llevar el proceso en sala, todo debe estar enfocado a unos objetivos. Nada debe quedar al azar.

Existen muchas variables que se pueden utilizar dentro de la estrategia de cada caso. Podemos afirmar que no existen dos litigios iguales por mucha similitud que haya en las circunstancias.

El litigio no deja de ser una lucha en la que hay dos contendientes y solo uno saldrá ganador. Las armas son las mismas y las reglas también, pero pueden todavía elegirse muchas cosas, como el momento o el lugar, para salir favorecidos. Escoger bien estos elementos define una buena estrategia y acerca a conseguir el éxito.

La estrategia procesal dilatoria

El tiempo es un factor que puede ser determinante. Con su transcurso podemos conseguir que alguien renuente a prestar su declaración como testigo lo haga o, por el contrario, que uno que desea prestarla desista. Podemos alcanzar una mejora de una situación económica y hacer frente a unos pagos como prueba de buena fe o voluntad. También, por qué no, dar lugar a que aparezca el error o el descuido o incluso al agotamiento de recursos o desistimiento de la parte contraria.

Esto es lo que denominamos estrategia procesal dilatoria.  Esta estrategia nos brinda tantas opciones que podemos llegar a utilizar la propia dilación indebida del proceso como causa para reducir una posible condena, la absolución o la propia anulación del procedimiento.

Sin embargo, el abuso de estas técnicas o un uso inadecuado de las mismas puede llevarnos a generar el efecto contrario. Así lo vemos en la sentencia de la Sala de lo Penal del TS 199/2008, de 25-4-2008, sobre un recurso de casación en el que se alegaba dilación indebida del procedimiento.

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La sala resolvió, en aplicación del artículo 295 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Señaló que no procedía estimar estas alegaciones, ya que la dilación indebida no había tenido causa en el anormal funcionamiento de los servicios judiciales, sino en el propio comportamiento, doloso o culposo, del interesado intentando dilatar el proceso.

Qué objetivos persigue la dilación del proceso

La estrategia puede fijarse en función de múltiples objetivos tendentes a extinguir las responsabilidades o a reducirlas.

Que no haya juicio

Esperando el desistimiento de alguna de las partes o una posible negociación que pudiese ser más conveniente. Sin embrago, es posible que en el transcurso del tiempo se produzca algún error de comunicación o achacable a las labores y responsabilidades propias de las funciones judiciales. Lo que pudiese dar lugar plantear una objeción por dilación indebida.

Impedir una condena

Con el tiempo, las posturas a veces se flexibilizan, se pierde el apasionamiento y, en ocasiones, los testimonios e incluso algunas pruebas pueden llegar a desvanecerse y desaparecer. También puede ser conveniente demorar todo lo posible un procedimiento cuando estamos ante nuevas disposiciones legales con escasa trayectoria. Logrando esperar para ver la línea por la que se van definiendo los jueces en su interpretación y criterios de aplicación.

Retrasar la ejecución de la eventual sentencia condenatoria

Cuando ya nos enfrentamos a una sentencia condenatoria puede quedarnos mucho camino. Incluso sabiendo que existen pocas posibilidades de ganar los recursos en instancias superiores. Ya que el agotamiento de esta vía puede llevar años, dejando en suspenso la sentencia hasta que devenga firme.

En el transcurso de este tiempo hay muchas cosas que pueden cambiar. Incluso cosas que pueden proceder de las circunstancias personales del condenado. Una enfermedad sobrevenida, por ejemplo, podría hacer que la sentencia se dejase en suspenso, o incluso pudiera acontecer el fallecimiento.

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Si fracasa todo lo anterior, solicitar el indulto

Todavía queda un último recurso para retrasar el cumplimiento de una condena o para no cumplirla: solicitar el indulto. Si hemos llegado hasta aquí y se ha hecho todo lo posible por no alcanzar esta situación, todavía contaríamos con algo de tiempo. En cualquier caso, habríamos dado la mejor defensa posible a nuestro cliente.

Como abogado debes estar preparado para el ejercicio de la abogacía antes de que un cliente se ponga en tus manos. El dominio de la estrategia procesal es fundamental.  Prepárate profesionalmente para poder manejar cualquier situación.

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