Distinguir el frío del calor es algo en principio, sencillo y que solemos hacer de una forma natural, pero siempre he tenido la sensación de que en cuanto le damos un valor numérico, nos liamos un poco y sobre todo si lo aplicamos al mundo del vino.
Entendemos que cuando hablamos de datos meteorológicos y la temperatura es de bajo cero, el frío comienza a ser considerable (hay quien dice que a cero grados no hace ni frío ni calor) y por el contrario, si la temperatura sube de los 35 grados, sabemos que calor vamos a tener para rato. Pero estas temperaturas no se perciben de igual manera dependiendo de la zona geográfica en la que estemos.
En el norte de la península si llegamos a los 35 grados, se caen hasta los pájaros de los árboles, como se suele decir, no estamos acostumbrados a temperaturas tan altas, y sin embargo, en el sur es más que habitual llegar a ellos y más.
El consumo del vino
No solemos ir con un termómetro en el bolso, a pesar que los hay muy bonitos e incluso prácticos, yo tengo uno digital que mide la temperatura de las superficies, simplemente apuntando a la copa de vino y apretando un botón me dice la temperatura exacta, si… muy profesional!!!!
No se me ocurre utilizarlo en un restaurante, me parece un poco ridículo, pienso que el vino solo tiene dos temperaturas, puede estar frío o caliente, si está muy frío dejo que se atempere en la copa, y si está muy caliente pido una cubitera con hielo y agua.
Es algo evidente lo de una cubitera con hielo y agua, incluso podemos añadir un poco de sal para que se derrita antes el hielo, pero no es la primera vez que me ponen una cubitera con hielo solamente, sin más, y la botella encima del hielo, como si se fuera a enfriar por contacto, no sé, sigo pensando cuál es el motivo, así es que ahora cuando pido una cubitera para enfriar vino siempre pido, “una cubitera con hielo y agua, por favor”.
Cómo lograr la temperatura ideal del vino
Si estamos en una terraza al sol estos meses de verano, disfrutando de un buen vino lo ideal es que la botella se mantenga dentro de una cubitera o cualquier sistema de frío que mantenga la temperatura y muy importante, servirnos de poco en poco para que el vino no nos caliente en la copa.
Es algo básico en el servicio del vino, servirse de poco en poco para que la temperatura no varíe en exceso en la copa. Siempre me ha llamado mucho la atención la gente que se llena la copa de vino de forma considerable, si servimos poca cantidad la temperatura será más constante en cada trago.
Tenemos la mala costumbre de servir los vinos blancos excesivamente fríos, sin darnos cuenta en muchas ocasiones bajamos de los 5 grados y eso es mucho frío, con lo que conseguimos dejar el vino plano, sin apenas aromas.
Tiene más cuenta beberse un vaso de agua con hielo, prácticamente el efecto será el mismo, aunque en Madrid se ha puesto de moda, y sobre todo las señoras de edad avanzada que alternas por las terrazas, pedirse un “verdejito con un hielo” y sinceramente, si con esto aumentamos en consumo de vino, bendito sea el hielo en la copa de vino.
Con los tintos nos pasa al contrario, los manuales hablan de 18 grados, y 18 grados es fresquito, pero dependiendo de donde estemos puede que para disfrutar del vino en condiciones tengamos que bajar algo más la temperatura. Todo dependerá de la temperatura ambiental o sensación térmica que tengamos.
En estado normal, la temperatura de nuestro cuerpo son 37º centígrados (98,6 º Fahrenheit), así que los 18 grados de servicio es la mitad de temperatura de nuestro cuerpo, solo tenemos que pensar en lo que nos cuesta entrar en una playa del cantábrico con el agua a una temperatura que ahora en verano esta ente los 20 y 23 grados, cuesta bastante entrar al agua y más aún si hay un día de sol y con temperaturas altas, pues todavía nos costaría más entrar en un mar de vino a 18 grados.
Otra cosa que tenemos que tener en cuenta es que cuando bebemos en la comida, habitualmente lo hacemos con bebidas que nos refrescan, no comemos con agua caliente, aunque si podemos encontrarnos con armonías fantásticas que conjugan bebidas calientes y platos atrevidos, como la Infusión de Setas con diferentes pimientas que acompañando una Sopa de Cebolla y Manitas de cerdo, que la sumiller Eva Pizarro realiza en el restaurante Fierro de Valencia, o el sorprendente menú armonizado con bebidas no alcohólicas que Víctor Riego realiza con Tés a diferentes temperaturas en el Kabuki de Abama en Tenerife.
Tipos de vino según la temperatura ambiente
Estas son las temperaturas orientativas que pueden aparecer en cualquier manual de servicio de vino:
5ºC a 8ºC
- Blancos jóvenes, espumosos, finos y manzanillas.
8ºC a 10ºC
- Rosados, blancos muy dulces.
10ºC a 12ºC
- Blancos con crianza, amontillados, olorosos y oportos.
12ºC a 14ºC
- Tintos jóvenes poco tánicos.
14ºC a 16ºC
- Tintos con crianza.
17ºC a 18ºC
- Tintos reserva y gran reserva.
En definitiva, tenemos que tener en cuenta que la sensación térmica que tenemos que percibir a la hora de disfrutar de un vino tendrá que ser relativa a la temperatura ambiental, que el vino se puede regular de forma sencilla con hielo y agua, si está caliente, y con la propia temperatura del ambiente si esta frío.
Y sobre todas las cosas, que el vino es una bebida que acompaña muy bien muchos momentos y siempre tomado en su justa medida es para disfrutar.
David Barro
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