Dejar huella hoy en día tiene mérito, porque no cualquiera se vincula, se queda dentro. Desde Recursos Humanos, se trabaja para hacer llegar que las conexiones entre los empleados y la organización deben ser honestas, auténticas y que más allá de lo que duren, sí tienen que trabajar para dejar huella.
Si se deja huella, personas antes, luego resultados
Siempre digo que una empresa sin personas es un edificio con paredes, sin más. Así que quien deja huella son ellas, las personas. Esas personas que con su talento hacen que la organización reme en la buena dirección. Ese talento que no es otra cosa que un cúmulo de experiencia, competencias, habilidades y el ingrediente estrella, la actitud. Todo eso es lo que hace que se consigan las cosas en una organización.
Para tener conocimientos de algo, estudiamos. Para tener experiencia, practicamos y practicamos. Para tener unas competencias, nos conocemos y desarrollamos las fortalezas y lo que se nos da mejor hacer. Nuestra actitud está muy enfocada con nuestra forma de ser, también con aquello que nos motiva, que nos atrae, con lo que sintonizamos y de ahí que también se asocie a nuestro compromiso.
Querer que nuestros empleados estén conectados con nuestra cultura, debe ser una prioridad para la organización. No se puede dejar huella en nadie, si no construimos desde la premisa “la persona en el centro”.
Cómo dejar huella
Dejar las cosas mejor que cuando llegamos, esa sería la idea de cualquiera que entra en una organización. Y eso se debería marcar mucho más en los líderes que gestionan personas. Porque ellos son los que inspiran y ayudan a las personas, así que dejar huella es sinónimo de cuidar, de mirar a los ojos a la gente. No se trata de hacer ruido, más bien de lo contrario, de hacer mucho más en el silencio de la conexión.
Dejar huella, es que, dentro de la compañía, te recuerden, te reconozcan, te valoren y te tengan en cuenta. Para una organización significa que impacta del mismo modo en los empleados. Es que, al acabar un recorrido juntos, se quede dentro de la persona, la sensación de que se ha quedado el mejor recuerdo, de manera que no solo existe eso.
Sin vínculo, no hay huella
La huella se percibe a través del aprendizaje recibido, del conocimiento compartido, de las relaciones cultivadas allí. Dejar huella, no es solo hacer que la empresa gane en sus resultados, o que te paguen mucho por ello. Es tan subjetivo como personas hay en el mundo. ¿Por qué? Porque somos diferentes y de ahí la importancia de conectar para tejer esos vínculos. Sin vínculos no se deja huella.
Piensa en tu familia, en tus amigos, en las personas que quieres. La huella que dejas es por la relación que hay. Cuando alguien impacta en ti, piensa ¿qué es lo que ha hecho o dicho para que te llegue, lo recuerdes y se quede en ti? Eso es lo importante, saber e identificar por qué te ha dejado huella.
Detectar eso es saber quien eres y qué te mueve. Buen punto para tu autoconocimiento. A partir de ahí, ya sabes que, mostrándote, llegarás a los que conecten con tu forma de sentir. Ahí empieza el vínculo, la relación que se gesta, se va fortaleciendo con el tiempo y cuando uno aporta al otro, ahí es cuando va apareciendo la huella.
Trabajo en equipo
Una organización está llena de personas, y ahí debemos cuidar varios aspectos importantes: la comunicación, la confianza y el respeto. Trabajar en equipo no siempre es fácil, pero necesitas de él para conseguir los objetivos. ¿Si tus objetivos dependieran de tu equipo, lo cuidarías? Lo cierto es que dependen de ellos.
Cuidar significa escuchar, apoyarse en momentos bajos, porque todos, hasta los empleados, sí los tienen. No puedes pedir robots. Si quieres personas sin emociones, tampoco sentirán lo que se siente siendo feliz cuando se consigue nada en tu organización. Así que asume las dos caras de la moneda. Nadie dijo que dejar huella fuera fácil, pero el premio solo se lo llevan los que están con las personas, no con los números.
Gana el otro, ganas tú
Por si aún te quedan dudas, dejar huella no solo tiene premio para el otro. Cuando dejas huella en un empleado, el impacto es inmediato y permanente. Serás referencia, la marca que deja la organización se ve cuando en los empleados se generan de forma natural, los embajadores de marca. Fuera de la relación estrictamente laboral, estarás en su memoria si alguien necesita algo que tú ofreces.
No dejar huella puede provocar dos alternativas. O has impactado negativamente con una nefasta experiencia para la persona, o has dejado indiferente. Ninguna te va a reportar nada bueno. Así que lo más importante, y ya ves que también más rentable, es ser buena organización, por tanto, persona. Y como dice mi padre “no solo tienes que ser buena, tienes que parecerlo”. Así que te toca que se enteren para que llegue y cale mejor.
Haz que la persona sienta que su paso por la empresa, le ha transformado a mejor. Genera en los empleados ganas de implicación porque sientan que el proyecto forma tanta parte de ellos como a tu lo sientes. Provoca su desarrollo para que sientan que están creciendo. Cuando impulsas a alguien a ser mejor, tú también creces.
¿Estás contribuyendo a dejar huella desde la organización? ¿De qué manera te diferencias? ¿Qué cosas crees que las personas recordarán? ¿La experiencia será buena o mala? ¿Qué huella quieres dejar en ellos? Si no lo tienes claro, es un buen momento para que les una vuelta y pienses de qué manera quieres que la empresa impacte en las personas que hay trabajando dentro.
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