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La verdadera nueva realidad en la forma de trabajar

El concepto de nueva realidad se instaló en nuestro día a día pocos meses después de que el confinamiento nos aplastara, ahora hace casi 1 año. Recursos Humanos ha ido adaptando su gestión en función de las herramientas y las nuevas e incesantes necesidades que iban surgiendo a raíz de todo lo vivido con el Covid19. La forma de trabajar puede ir cambiando, pero si no entendemos que esto va de nuevas formas de relacionarse, seguirán apareciendo nuevas realidades.

¿Qué significa que haya una nueva forma de trabajar en realidad?

Lo cierto es que la nueva realidad nos ha puesto delante del espejo: no se trata de adaptarnos a esta nueva realidad. La clave está en ser adaptables, porque esa es nuestra instalada realidad. Será nueva porque ahora se ha hecho latente, pero no va a dejar de serlo, por lo tanto, un día dejará de ser “nueva” y debemos entender qué significa en realidad.

Nueva forma de trabajar no es nuevos aparatos, no es nueva tecnología. Y aunque sí ha afectado al entorno y a herramientas que nos ayudan en el día a día, la verdad es la nueva forma de trabajar está mucho más asociada con la mentalidad. Esto va de personas, y sin ellas las organizaciones son paredes, edificios vacíos que de nada sirven. En realidad, la nueva forma de trabajar nos tiene que hacer pensar. Una corriente está asomando y lo cierto es que esa sí que no va a irse: trabajar no puede aislarse de lo que somos como personas. Así que quizás debemos empezar a hablar de nueva forma de trabajar relacionada con lo que significa para nosotros relacionarnos con los demás.

Nueva realidad, nuevas formas de trabajar

La verdad es que antes de la pandemia, la mayoría de las organizaciones eran las que mostraban una forma de trabajar mucho más alineada con lo que era la época industrial que a la era más personal y tecnológica en la que nos hallábamos. Esas fórmulas de jerarquía en la que el organigrama dicta quien manda sigue de hecho en muchas compañías.

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La forma de comprar, de comunicarnos, de estar informados, ha cambiado. Lógico que también esté llegando a los ámbitos laborales. Vivimos diferente, nuestra forma de trabajar también ha de cambiar. Uno de los grandes impulsores, ha sido la incremente demanda que está habiendo entre los profesionales. Un equilibrio entre lo que somos como personas y como vivimos nuestra vida y el entorno profesional y cómo necesitamos sentirnos satisfechos con lo que hacemos y donde lo hacemos.

No hay equilibrio de ningún tipo si no hay una nueva forma de trabajar. Y eso pasa por entender que el punto de partida no está en un recurso concreto, se trata de visualizar y practicar una nueva forma de relacionarse.

Tecnología pero, ¿hemos cambiado?

Es evidente que la tecnología ha modificado nuestra forma de vida y de trabajar. Comunicarnos al instante con alguien que está al otro lado del mundo. Mantener reuniones con equipos ubicados en diferentes lugares y acceder a información de la oficina sin estar físicamente allí.

Todos estos avances y muchas veces seguimos teniendo conflictos y dificultades en situaciones que ya ocurrían antes. Nuestra forma de trabajar sigue asociándose a unas normas establecidas. A unos horarios, a una nómina, a un pensamiento sobre lo que significa el trabajo en sí. Eso es lo que debemos entender que está cambiando. La nueva forma de trabajar está más asociada a una comunicación instantánea, a un trabajar donde queramos y a mezclar mucho más nuestra vida personal con la profesional. No podemos dividirnos como profesionales y como personas.

No funcionan las culturas en las que se premia el presencialismo y el estar permanentemente conectado por si el jefe nos necesita. Es la nueva forma de trabajar que hace que las personas se muestren mucho más naturales, sin barreras. No hay que dejar para el tiempo libre eso de sentirse bien y disfrutar con lo que se hace. Deberíamos cuestionarnos por qué la vida personal debe funcionar, tras haber accedido a un trabajo que nos hace renunciar a parte de lo que valoramos.

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La verdadera nueva realidad es poder trabajar en un contexto en el que existe flexibilidad. Es poder disfrutar tanto de nuestra vida personal como de la laboral. ¿Por qué es más importante que estemos a las 9 en la oficina y no poder acompañar a los niños al cole y luego ponernos a trabajar? ¿Dónde está escrito que la productividad disminuye en esta última opción? Debemos preguntarnos si lo que queremos es que la gente llegue a las 9 de la mañana a su silla o si lo es que la empresa sea exitosa. Eso es impensable si cada uno de sus miembros no lo siente igual. La nueva forma de trabajar debe dar la oportunidad de valorar esas nuevas necesidades y crear nuevas sinergias.

No hace falta tener hijos para poder escoger disfrutar de una flexibilidad en el trabajo. Debemos ofrecer ese margen y no la rigidez a quienes al parecer no necesitan tener tiempo libre. Teniendo en cuenta que ese es el criterio de quien concede o no esa flexibilidad. Se encuentran las diversas formas de entender el trabajo, cuando se juntan los que si demandan este equilibrio con los más clásicos, los que siguen entendiendo que cuantas más horas te tires en la silla de la oficina, más bien visto.

Valor añadido a cambio de bienestar

Las organizaciones inteligentes van a darse cuenta de que la forma de trabajar más eficiente, es la que entiende que el talento no se va a basar en unas competencias técnicas. Y que por lo tanto, hay que entender qué necesidades se tienen que cubrir. El talento que existe ahí fuera aportará mucho más que unos conocimientos en las funciones requeridas, si a cambio recibe la compensación de tener el equilibrio que le permite sentir esa satisfacción y bienestar.

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La nueva forma de trabajar debe dar respuesta a lo que está sucediendo en un entorno social, tecnológico y económico. Y muchas organizaciones no han dado ningún paso hasta que factores de fuerza mayor les han empujado, como ha sido la pandemia mundial.

Si las nuevas generaciones se relacionan de forma virtual, ¿por qué han de asistir a reuniones en la oficina? El objetivo no ha de ser tener al equipo delante, sino que el trabajo salga. Porque la nueva forma de trabajar debe hablar de lo que hacemos, no de ese lugar al que vamos a hacerlo.

Las organizaciones ya no pueden ofrecer empleos, deben asociarse con personas que pueden aportar talento parar conseguir los objetivos comunes.

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Especialista en Employer Branding y asesora de Gestión del Talento en las empresas. Apasionada de la comunicación, las personas y cómo potenciar sus habilidades. Su objetivo es conectar a las personas en su entorno de trabajo.

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